martes, 3 de julio de 2012

♬♪♪♩ AGRADECIMIENTOS!! ♬♪♪♩


Como tantas cosas en esta vida, este trabajo no hubiera sido posible sin la ayuda de muchas personas, principalmente de las Islas Canarias. En especial quiero agradecer la ayuda y colaboración desinteresada de:
Pedro Grimón, Víctor Batista, Manolo Pérez y toda la Escuela de Música de Arucas, Sergio Correa, Pepito Guedes, Ambrosio Quintana, Antonio Jiménez, Juan Zamora, Juan José Monzón, José Díaz, José Pedro Suárez, Bernabé Sánchez (Carmelo), Segundo Ramos y todo el Rancho de La Aldea, Roberto Díaz, Lothar Siemens, Fernando Bautista, Pina González Cossío, Carmen Nieves Luis, Manuel Fariña, Pedro Damián, David Díaz, Pilar Gil, Juan Carlos Díaz, Talio Noda, Nelly Mata, Juan y Jonathan Fleitas.

ÍNDICE


PRIMERA PARTE                                                        
1.LA MÚSICA TRADICIONAL EN LAS ISLAS CANARIAS…..……………..13
1.1.Marco geográfico………………………………………………..…………..13
1.2.Recursos humanos…………………………….………….………………….14
1.3.Orígenes de la música tradicional en las Islas Canarias y situación actual……………………………………………………………..……………..….15
1.3.1.Los cantos……………………………………………………………………………………..17
1.3.1.1.La aportación de canciones desde la época de la conquista…………………….20
1.3.2.Las danzas …………………………………………………………………………………….22
1.3.3.Los instrumentos ……………………………………………………………………………22
1.3.3.1.Los instrumentos en la música de los aborígenes……………………………………..32
1.3.3.2.La aportación de instrumentos y canciones desde la época
de la conquista …………………………………………………………………………………………………34
1.3.4.La música en las celebraciones públicas y colectivas………………………….. 37


2.LA FLAUTA TRADICIONAL CANARIA
3.1.-La flauta tradicional en las Islas Canarias
* La pita de tenerife
* En la Gomera
* Las flautas en La Palma

3.2.1.Contexto en donde se interpretaba
3.2.2.Los ranchos de ánimas
3.2.3.Los ranchos de ánimas en Gran Canaria
3.2.4.El rancho de ánimas en la actualidad: el caso de LA Aldea de San Nicolás
3.3.1.Contexto en el que se interpretaba
3.3.2.Descripción de la flauta
3.3.3.Las danzas rituales en Tenerife
3.3.4.Las danzas procesionales de Güímar
3.3.5.La vestimenta
3.3.6.Estructura particular de la danza
3.3.7.Soporte musical
3.3.8.Otras danzas procesionales: la danza de La Florida y la Danza de San Agustín
3.4.1.Contexto en donde se interpretaba
3.4.2.Qué es el “sirinoque” y qué abarca
3.4.3.Instrumentario que acompaña al sirinoque
3.4.4.Descripción de la flauta
3.4.5.Vestimenta
3.4.6.El sirinoque y el baile llamado ‘el canario’
3.4.7.Baile de pastores
3.5.1.Contexto en donde se interpretaba
3.5.2.La flauta herreña o pito
3.5.3.Cómo construir un pito
3.5.4.Cómo hacerlo sonar. Factores que influyen en el sonido y afinación
3.5.5.Tipos de pito
3.5.5.1.El pito de madera de loro
3.5.5.2.El pito de cobre
3.5.5.3.El pito de metal dorado
3.5.5.4.El pito de aluminio
3.5.5.5.El pito negro de plástico
3.5.5.6.Otros materiales
3.5.6.La bajada y el baile de la virgen
3.5.6.1.Los toques de la Bajada de La Virgen
3.5.6.2.Algunas consideraciones sobre la evolución del Baile de la Virgen
3.5.6.3.El tango herreño
TERCERA PARTE:PROPUESTA DIDÁCTICA

* Bibliografías.

ANEXOS:

* Anexo 1

* Anexo 2

* Anexo 3


* Anexo 4


* Anexo 5

INTRODUCCIÓN, FOTOS Y VIDEO


Este trabajo se inició con una serie de objetivos unidos por un fin común. Éste no es otro que la profundización en el conocimiento de la flauta y el contexto en que se utiliza. Este objetivo general está relacionado con el perfil docente de la asignatura Formación Instrumental I, que imparto en primer curso de la titulación de Maestro-Especialidad Educación Musical de la Escuela Universitaria de Magisterio de la Universidad del País Vasco en Bilbao.
Lo que se pretende en esta asignatura es que el alumnado profundice en el conocimiento de la flauta dulce o flauta de pico, instrumento de la familia de los aerófonos de bisel, que se haya entre los de origen más antiguo y cuya presencia se puede encontrar en las prácticas o tradiciones musicales de todas las culturas. Desde que comencé a impartir esta asignatura observé el profundo desconocimiento acerca del instrumento y, a la luz de la información recogida entre el alumnado a comienzos de curso durante diez años, puedo afirmar que, en general, se considera que es un instrumento que se utiliza en primaria para que los niños y niñas de educación primaria aprendan música. En la mayoría de las ocasiones no se le relaciona con la historia de la música, o con la música tradicional, con una familia de instrumentos o con un repertorio específico. Por tanto, a lo largo de la asignatura se trata de que el alumnado descubra su papel en la historia de la música, tanto dentro del folklore de las distintas culturas como dentro de la llamada música culta. Esto incluye la audición e interpretación de obras de diferentes estilos, la preparación de danzas que acompañaron al repertorio de flauta dulce en su origen, el conocimiento de su familia de instrumentos y técnica, así como su función en la planificación y en el desarrollo de su futura labor docente. Igualmente, se impulsa al alumnado a realizar labores de investigación y búsqueda de información sobre el instrumento y sobre los distintos tipos de flauta a través de diferentes fuentes, bibliográficas, observación y manipulación de distintas flautas, etc.
Dentro de este marco cultural y didáctico en el que concebimos la flauta, la música tradicional canaria constituye un fenómeno folklórico muy interesante en cuanto a su diversidad y calidad. Durante los siglos XVI y XVII, concretamente, el folklore canario estuvo basado fundamentalmente en el acompañamiento de la flauta y el tambor. Encontramos distintas flautas de pico de 5 y 6 agujeros, además de flautas de tres agujeros acompañadas de tamboril y el pito herreño (un tipo flauta travesera). En la actualidad se da un resurgir del folklore canario gracias a una serie de personas y grupos que se ha preocupado de rescatar y recrear la tradición en el pueblo canario.
En opinión de algunos musicólogos no queda prácticamente nada de la música anterior a la Conquista. En todo caso, algunas reminiscencias en el baile del sirinoque de La Palma, que recuerdan a la danza de El Canario. Por otra parte, en algunos lugares persiste una manera peculiar de entender e interpretar la música adoptada, especialmente en La Gomera y El Hierro, dándole un carácter local, canario. En otras ocasiones, la música y los bailes tradicionales canarios presentan un carácter confuso sobre su origen, entre europeo, africano y americano.
En la presentación de los tipos principales de bailes y cantos de las islas, lo mismo que sucede con la mayor parte del repertorio folklórico, es frecuente seguir los ciclos de la vida y el ciclo anual, atendiendo dentro de ellos, al criterio cronológico.
Así, dentro del ciclo de las estaciones se recoge el folklore musical relativo al mundo laboral, teniendo en cuenta que la sociedad canaria ha sido, hasta no hace tantos años, eminentemente agrícola. Talio Noda (1978; 1997) distingue, dentro de este ciclo, distintos estratos. El más antiguo está representado por una serie de cantos y bailes acompañados por instrumentos de viento, concretamente flautas y pitos y/o de percusión, por lo que nos interesa de manera especial. Por ejemplo:
-el sirinoque, de La Palma, que abarca romance, toque de flauta y tambor, baile y relaciones, a manera de popourri de los diferentes elementos de una celebración agraria.
-en El Hierro se conservan varios bailes, como los que se acompañan en la Bajada de la Virgen de los Reyes y otro que nos interesa también de manera especial el tango herreño, danza en la que intervienen un tambor, las castañuelas de  los danzantes, un pito o flauta y el canto.
Noda (1978; 1997) distingue una segunda época, la de la revolución agrícola del siglo XVIII, con cantos y bailes más generalizados en todas las islas en los que, además de flautas y percusión, encontramos acompañamientos de instrumentos de cuerda: folías, malagueñas, isas y seguidillas. En una tercera época, más reciente, se encuentran piezas de incorporación tardía, que coinciden con la decadencia de la cultura tradicional avícola, y con piezas de origen centro-europeo (polcas, mazurcas, berlinas) y cubano, principalmente. En esta época es cuando la flauta comienza a ser sustituida en la mayoría de las islas por otro tipo de instrumentos, principalmente de cuerda.
No debemos olvidar el folklore pastoril, dentro del cual, como elementos destacados hay que nombrar el ya mencionado Baile de la Virgen, en El Hierro, serie de danzas cortas interpretadas con pitos o flautas, tambores y castañuelas, fruto del arreglo de una serie de bailes antiguos destinados a enaltecer la Bajada de la Virgen de los Reyes y el Baile de pastores, que surgieron en la época de Navidad, cuando volvían los pastores de las cumbres y cantaban y tocaban ante el Nacimiento, conservándose muestras en Gran Canaria, Tenerife y La Palma, entre otras islas.
De acuerdo con todo esto nos planteamos los siguientes objetivos en nuestro trabajo.

Objetivos del estudio
-Recoger datos sobre las flautas populares en Canarias: instrumentos, melodías, danzas y/o coreografías que se interpretan con ellos.
-Elaborar fichas didácticas que nos permitan organizar, analizar y clasificar los diferentes datos recogidos.
-Analizar, de acuerdo con las fichas didácticas elaboradas, los datos recogidos: características de los distintos tipos de flautas, análisis de las melodías, análisis de las danzas y  de las coreografías.
-Elaborar un repertorio apropiado para trabajar con los alumnos de la especialidad de educación musical, incluyendo el trabajo instrumental de las melodías y de las danzas y/o coreografías que las acompañan.
-Manipular y preparar materiales para construir distintos tipos de flautas.

Metodología y procedimiento de la investigación
A lo largo de la investigación se ha utilizado una metodología multidisciplinar: estudio sobre fuentes archivísticas, históricas, literarias, iconográficas, etc., trabajo de campo y documentación y edición audiovisual.
En primer lugar se han recogido datos sobre las flautas populares en Canarias: instrumentos, melodías, danzas y/o coreografías que se interpretan con ellos. Para ello acudimos a los principales archivos bibliotecarios de Gran Canaria y Tenerife, recopilando la información disponible acerca de la flauta en las distintas islas de Gran Canaria, el contexto donde ha sido y es interpretada e instrucciones para su construcción, lo que constituye la primera parte de este trabajo. Mientras se realizaba este estudio comenzaron los primeros contactos que nos iban a permitir acercarnos a escuchar y ver este tipo de flautas y sus repertorios en los distintos contextos. Paralelamente, el estudio de esta información recogida en archivos y bibliotecas nos llevó a elaborar una serie de entrevistas personales, específicas según los contextos que íbamos a observar. Se decidió centrar el estudio en cuatro contextos diferentes, en los cuales se iban a realizar entrevistas a los participantes y realizar las correspondientes grabaciones en vídeo: toques de pastores y rancho de ánimas en Gran Canaria, danza de Güímar en Tenerife, toques que acompañan a la Virgen en El Hierro y la flauta que acompaña al sirinoque en La Palma. Para ello, realizamos una visita a La Palma, una visita a El Hierro y tres visitas a Tenerife. El motivo de acudir en tres ocasiones a esta última isla fue para recoger también datos en los archivos bibliotecarios antes de proceder al trabajo de campo propiamente dicho, en el que se realizaron las entrevistas y grabaciones. Estos datos se han recogido con máquina fotográfica y videocámara.
Posteriormente, se han elaborado de fichas didácticas que nos permiten organizar, analizar y clasificar los diferentes datos recogidos. Estas fichas nos aportan datos acerca del informante, su medio, las circunstancias en que se presentó el fenómeno musical y los antecedentes de la melodía y/o danza y/o coreografía recogidos en el lugar, etc.
Además se ha realizado un análisis de los datos recogidos: características de los distintos tipos de flautas, análisis de las melodías, información sobre la construcción de flautas de distintos tamaños y características de los toques recogidos. Por último se ha intentado secuenciar un repertorio apropiado para trabajar con los alumnos de la especialidad de educación musical, incluyendo el trabajo instrumental de las melodías y, opcionalmente, de las danzas y/o coreografías que las acompañan.

Conclusiones sobre el trabajo
Una vez terminado el trabajo podemos asegurar que el estudio de la flauta tradicional en las islas Canarias nos ha supuesto una inestimable ayuda y enriquecimiento en la profundización de la importancia del instrumento como elemento cultural y como elemento didáctico. Su estudio y observación directa en las diferentes islas nos ha llevado a conocer su importante función como soporte de danzas procesionales, sobre todo en el caso de Tenerife y El Hierro, y como instrumento lúdico y didáctico. Queremos también valorar de forma especial este último aspecto, la utilización de la flauta como instrumento de entretenimiento, de juego sonoro, entre los pastores de Gran Canaria y también de La Gomera, aunque aquí no se utiliza ya y en la primera ha desaparecido prácticamente. Además, parece que también fue instrumento pastoril en El Hierro y en Tenerife. Creemos que nos puede servir de ayuda para transmitir esta visión de la música que muchas veces y por distintos motivos es difícil potenciar en el alumnado. Gran parte del alumnado de música está acostumbrado a leer la partitura o a tocar de memoria un repertorio aprendido, pero no es frecuente utilizar el instrumento musical – o la voz - como instrumento para entretenerse, para inventar melodías, más o menos sencillas, y recrearse con ellas, cosa que los pastores hacían como algo natural. Cuando pensamos en realizar actividades musicales el papel no es tan activo como intérprete, en el sentido de que consiste en escuchar o repetir un repertorio; no es tan frecuente jugar con las notas para crear una melodía e intentar con ella entretenerse, divertirse o “relajarse” (los pastores declaran que son sus melodías el ganado se tranquilizaba). Otro aspecto en el que la flauta juega un papel importante es el que concierne a la comunicación; los pastores eran conocidos por sus toques (“…Se oían entre ellos y sabían. Ellos presumían porque sonaban diferente, tenían los toques, los hacían diferentes… se hacían sus toques uno a otro…”) y utilizaban su toque para comunicarse entre ellos o como reclamo o llamada (es el caso de los ranchos de ánimas en Gran Canaria o de las Misas de Luz en La Gomera: “…se oían sobre todo en Navidad, cuando iban comenzar las Misas de Luz. La gente oía y comentaba: “ya empiezan las Misas de Luz” ).
Por último, mencionar que el trabajo se ha organizado con una primera parte más general sobre las flautas y la música tradicional en las Islas Canarias, en la que se ofrece una visión del contexto general y una segunda parte en la que se incluye el estudio específico sobre las flautas utilizadas en Gran Canaria, Tenerife, La Palma y El hierro, contexto, vestimenta, etc., los toques y las fichas didácticas realizadas.


FOTOGRAFÍAS:










VIDEOS:


PRIMERA PARTE: Marco geográfico; recursos humanos; orígenes de la musica tradicional y situación actual.


1.LA MÚSICA TRADICIONAL EN LAS ISLAS CANARIAS
1.1.Marco geográfico
Las Islas Canarias se encuentran en el extremo oriental del Atlántico, océano que vincula a tres continentes. En su conjunto, las Canarias se componen de siete islas, una isleta (La Graciosa), tres islotes (Alegranza, Lobos y Montaña Clara), así como de varios islotes o roques (Roque del Este, Roque del Oeste, Roques de Anaga, Roque de Garachico, Roques del Salmor). La isla más pequeña es la de El Hierro y la mayor Tenerife; el resto, de menor a mayor, La Gomera, La Palma, Lanzarote, Gran Canaria y Fuerteventura. A raíz de la Conquista, y debido a valores políticos y administrativos las Islas se agruparon en dos conjuntos diferenciados o demarcaciones territoriales: islas de realengo (gobernadas y administradas directamente por la Corona de Castilla): La Palma, Gran Canaria y Tenerife; islas de señorío (dependientes de la Corona y administradas por los señores de las Canarias): Fuerteventura, Lanzarote, El Hierro y La Gomera. En el siglo XIX las Canarias formaron a pasar una sola entidad provincial con su capital en Santa Cruz de Tenerife; y a partir de 1927 se consumó la división provincial de las Canarias, por un lado las islas occidentales agrupadas en Santa Cruz de Tenerife (La Palma, El Hierro, La Gomera y Tenerife) y por otro las orientales agrupadas en Las Palmas (Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote). En 1982 se suprimen estas mancomunidades y se aprobó el Estatuto de Autonomía de Canarias, pasando el Archipiélago Canario a engrosar el conjunto de las 17 comunidades autónomas del estado español.
En cuanto a la organización del espacio comarcal, en cada isla –sobre todo en las de relieve más abrupto- se hace el siguiente escalonamiento del espacio: costa, medianías y cumbre. No obstante, se establecen diferencias morfológicas entre las occidentales y orientales. En general, las primeras cuentan con un relieve muy accidentado, fruto de la prolongada actividad volcánica que ha sufrido luego los efectos de una intensa erosión. Por lo que se refiere a las islas orientales, su configuración ha dependido de la presencia de materiales volcánicos muy antiguos, sobre los que ha actuado la erosión dando lugar a formas redondeadas o llanas.

1.2.Recursos humanos
Las comunidades humanas de más antiguo asentamiento en el Archipiélago Canario fueron las tribus aborígenes que procedían de la zona noroccidental del continente africano, especialmente del Magreb y del Sáhara. Las dataciones más antiguas obtenidas hasta el presente nos sitúan en el siglo III a. de C., aunque esto no quiere decir que las islas no estuvieran pobladas con anterioridad. Los pueblos que ocuparon Canarias conocían de su existencia y vinieron preparadas, ya que trajeron semillas y ganado. Dos grandes grupos diferenciados entre sí pero presentando diferentes niveles de mestizaje, componían la población indígena: los mediterranoides y los cromagnoides. Las últimas estimaciones, que se deben valorar prudentemente, hablan de un total de 68.500 a 78.500 personas repartidas en todo el Archipiélago, en el momento de máxima población y siendo las más habitadas Tenerife y Gran Canaria. Era una sociedad de tipo tribal y con una mayoría eminentemente pastoril, complementada con la recolección y algunas actividades agrícolas. No obstante, Gran Canaria y Tenerife presentan una agricultura más evolucionada y organizada que es resto. La lengua y las variantes dialectales revelan un intenso contacto y a una procedencia común con los bereberes del noroeste africano. Esta población tuvo que entrar en contacto con la cultura europea, representada por la Corona de Castilla que culmina el proceso de conquista de Canarias en 1496 y legó al patrimonio histórico de los canarios todo un conjunto de elementos económicos y culturales: prácticas pastoriles, cerámica hecha a mano, diferentes elementos de la cultura popular y del folklore musical, etc.
La población actual está conformada por la superposición de distintos grupos humanos. Sobre una base indígena más o menos amplia –según la isla-, con la conquista llega a Canarias una serie de colonos castellanos (en su mayoría), extremeños, andaluces, gallegos, etc. También se establece ya entonces un pequeño grupo de extranjeros: genoveses, portugueses, malteses; posteriormente (siglos XVII y XVII) se incorporarán ingleses e irlandeses y después franceses. También en el siglo XVII comenzará la emigración a territorios americanos. 

1.3.Orígenes de la música tradicional en las islas canarias y situación actual
En lo que respecta al origen, a lo que fue la cultura musical de los aborígenes canarios, sólo se encuentran vagas referencias ofrecidas por los primeros cronistas de la conquista europea de las Islas, a partir del siglo XVI. Para conocer la praxis musical de los aborígenes canarios, disponemos “de un corto número de impresiones vagas, plasmadas en sus textos por los cronistas de la conquista, enriquecidas por una segunda camada de cronistas tardíos” (Siemens, 1999: 39). Los testigos coetáneos de los antiguos canarios hasta fines del siglo XV (Recco, Le Canarien, Gomes Eanes de Zurara, Cadamosto, la Crónica de los Reyes Católicos y las Décadas de Palencia) constituyen las referencias de los primeros cronistas; las referencias de los historiadores y poetas renacentistas de finales del XVI, magnifican el mundo aborigen y enriquecen la información a un siglo de distancia, sin que se sepa realmente lo que inventan o imaginan. Para Siemens (1999), las observaciones de los cronistas de la conquista de Canarias relativas a la música aborigen son insuficientes, ya que se limitan a plasmar impresiones ante un hecho cultural exótico y ajeno a su manera de sentir. Por este motivo, ofrece otra vía comparativa para dar un sentido cultural más coherente a los datos disponibles a través de estos cronistas, aproximándose al conocimiento de los presupuestos musicales no islámicos de los pueblos del África Blanca, principalmente de los bereberes. Canarias es una zona límite y aislada, no asimilada por el Islam, en la que pervivieron maneras y modos relacionados con las antiguas culturas norteafricanas que posiblemente permanecían poco mixtificados en el momento de la conquista de los españoles. De esta manera, Álvarez y Siemens (2005), relacionan las características musicales de los aborígenes canarios con los bereberes norteafricanos. Los pueblos bereberes de la Antigüedad, de raza blanca, conformaban un grupo heterogéneo de tribus y ocupaban más o menos todo el tercio norte de África, de Este a Oeste. Sufrieron continuas invasiones y desplazamientos que afectaron, de alguna manera, su cultura original pero conservaron, en gran medida, sus lenguas y costumbres. En lo que se refiere a la música, el Islam –última gran religión que han asumido- nunca estuvo interesado en interferir en las músicas tradicionales de los pueblos en que se implantaban. Los árabes, portadores del Islam a estos pueblos, sí cultivaron en sus cultos la música y la poesía, lo cual influye, de alguna manera, en la cultura de los pueblos asimilados, pero perviviendo las músicas tradicionales.
Álvarez y Siemens (2005) realizan un análisis somero de la música tradicional de estos pueblos, observando una serie de características que se concretan en rasgos comunes de tipo general que la distinguen radicalmente de las culturas del África Negra y de la música culta árabe. Estos rasgos son los siguientes:
-en el canto colectivo es frecuente la división física del grupo en dos coros, uno para cada sexo. Las mujeres cantan en su registro natural y los hombres agudizan la voz en determinados cantos para ponerse  a la altura de las damas.
-predomina el canto melódico, bastante estricto en sus contornos
-se excluye la polirritmia, predominando los sistemas binarios, marcados por percusiones regulares simples y contundentes
-pobreza de recursos instrumentales, gusto por la simetría y el orden en la disposición del grupo y un canto colectivo ordenado, fuerte y enfático. Percusión corporal sobre todo.
Los cronistas insisten que la música en Canarias era sin instrumentos, ejecutada con pies, manos y boca, todos en grupo y formando una sonada “muy a compás”, es decir, coral y perfectamente concertada y además “graciosa”. La participación de toda la colectividad para hacer música con motivo de sus bodas y las disposiciones básicas que adoptan los danzantes son rasgos que también llaman la atención de los cronistas: en rueda y en filas enfrentadas, como en el mundo bereber. También la incidencia de danzantes solistas que hacen alardes acrobáticos forma parte de las bodas bereberes y se documenta en Canarias. El papel de las mujeres como cantoras aparte de los hombres se documenta tanto en la tradición bereber como en la canaria –especialmente en La Palma-.
En lo que se refiere al estudio del patrimonio folklórico-musical de las islas, Fariña (1996) propone diferenciar este patrimonio en tres grandes apartados: cantares donde participa sólo la voz humana (arrorró o canción de cuna; cantares de trabajo; arando, segando, trillando, moliendo, de camino…); el folklore del tambor (conservado preferentemente en las islas occidentales); y el folklore de cuerda y acordeón (extendido por todo el Archipiélago). Señala, asimismo, que los géneros folklóricos más antiguos son los que se practican con la voz y el tambor: tajaraste, tango (Tenerife); sirinoque (La Palma); toques de tambor (La Gomera); tango y toques de la Virgen de los Reyes (El Hierro). Los que llegaron con la conquista y en los siglos posteriores son la isa, folía, malagueña, polca, berlina, pasacatre, mazurca, pasodoble, etc. La música tradicional participa, como veremos, de todos los períodos de la vida individual: bautismos, ranchos de Pascua, ranchos de ánimas, requiebros amorosos, piques y relaciones, etc., o de la vida colectiva (reuniones comunitarias y fiestas). Dentro de estas últimas se encuentran las familiares (bautismos, bodas, etc.), locales o patronales (Navidad, Carnavales, San Juan,…) así como las insulares. Dentro de éstas, se ha adjudicado un especial simbolismo a las Bajadas, que se inician a partir del siglo XVII, muy relacionadas con las rogativas de lluvias.
Vamos a ofrecer un resumen de cómo se conformó la tradición músico-popular de Canarias, tal como la conocemos hoy, siguiendo el examen de la documentación histórica realizado por Siemens (1977a) y Álvarez y Siemens (2005). En primer lugar nos vamos a referir a las canciones y las danzas, para centrarnos después en los instrumentos musicales, donde se enmarca la flauta tradicional canaria, objeto principal de este estudio.
1.3.1.Los cantos
Los testimonios de los antiguos cronistas sobre el canto aborigen hacen referencia a algunos cantos rituales como la rogativa de lluvias en forma de gran griterío, aunque también se apunta que no era tal gritería, sino un masivo canto triste que intercalaba imploraciones a la deidad principal. No obstante, hay que tener presente que los cronistas juzgaban lo que veían u oían de acuerdo con lo que conocían, y que tratándose de un sistema musical diferente al europeo siempre hay tendencia a interpretar como desordenado y triste lo que no se entiende.
Algunos cronistas transmitieron con más detalle ciertas escenas rituales. Gaspar Frutuoso relata un sacrificio religioso contemplado secretamente por Juan Machín y su gente en El Hierro, ceremonia acompañada de impresionantes cantos. Abreu Galindo, por otra parte, describe los pormenores de una ceremonia palmera reproduciendo la letra de la canción ritual: «Muerto el animal y sacada la asadura, se iban con ello dos personas, y llegados junto al roque decían cantando el que llevaba la asadura: Y iguida y iguan Idafe, que quiere decir “dice que caerá ldafe”. Y el otro respondía, cantando: Que guerte yguan taro, que quiere decir: “dale lo que trae y no caerá”.
Además de estas referencias al efecto sentido y lastimoso que producían en general los cantos aborígenes, sabemos que los gomeros tenían cantares de gestas, en los que se rememoraba a los antiguos valientes de la isla; varios cronistas repiten que las mujeres de La Palma cantaban con especial gracia y donaire; en Gran Canaria se juntaban hombres y mujeres en las casas de los poblados a cantar y bailar, cuyos cantares parecían “dolorosos y tristes, o amorosos o funestos”. Abreu Galindo nos informa que cuando un guanche tinerfeño iba a visitar a otro no entraba en su casa, sino que se sentaba a su puerta y silbaba y cantaba hasta que le oían de dentro; seguramente se trataba de determinados cantos y silbidos ceremoniosos para llamar la atención.
Destacan, por último, las famosas “endechas de Canaria”, cuya melodía conocemos a través de ciertas fuentes españolas de mediados del siglo XVI. Torriani nos dice que los descendientes de los aborígenes gomeros, así como los de otras islas, las cantaban en lengua prehispánica aún en la segunda mitad de tal siglo, y reproduce las dos estrofas siguientes recogidas por él, con su aclaración lingüística correspondiente. Reproducimos estos ejemplos proporcionados por Siemens (1977a):
Endecha Canaria
Aicá maragá, aititú aguahae
Maicá guere, demancihani
Neiga haruuiti alemalai.
(-Sed bienvenido; mataron a nuestra madre esta gente extranjera, pero ya que estamos juntos, hermano, quiero unirme, pues estamos perdidos»).

Endecha de El Hierro
Mimerahaná zinu zinuhá
Abemen aten harán huá
Zu Agarfú fenere nuzá.
(¿Qué importa que lleven y traigan aquí leche agua y pan, si Agarfa -nombre de mujer- no quiere mirarme?»).

Hoy en día conocemos la música con que se cantaban estas endechas en lenguas aborígenes y castellana, ya que fue publicada por varios vihuelistas españoles. La melodía aparece repetidamente ya en el cancionero de los Reyes Católicos, sin que nada tenga que ver todavía con Canarias; el tema literario está relacionado con la literatura lamentosa de los judíos perseguidos. No se trata, pues, en opinión de Siemens (1977a), de música prehispánica de ninguna especie, sino de un rasgo judaico que adoptaron los habitantes rurales de algunas islas que pronto llegó a constituirse en una de las primera células del folklore musical canario en su nueva etapa hispánica, con una devolución a la Península de esa melodía hacia 1550.
En resumen, lo que sabemos de los cantos de los aborígenes permite establecer dos núcleos bien definidos: el de los cantos rituales y el de los cantos festivos, ambos de gran importancia, ya  que la mayoría de los cronistas coinciden en que los habitantes de todas las islas eran “grandes cantadores y bailadores”, y siempre entendidos como función complementaria de otra actividad principal.


1.3.1.1.La aportación de canciones desde la época de la conquista
En distintas etapas históricas se han cantado o se cantan determinadas composiciones poéticas que relatan un antiguo episodio histórico o han sido creadas tradicionalmente para distintas ocasiones, las endechas. Pero especialmente el siglo XVI fue en Canarias el siglo de las endechas. Éstas se cantaban desde más antiguo, tanto en la Gomera como en Lanzarote, constituyendo un elemento cultural de aportación judaica. Esta moda llegó a arraigar tan profundamente que incluso los descendientes de los aborígenes cantaban las endechas en su lengua vernácula. Además, su frecuente ejecución por el pueblo canario dio lugar a que los músicos españoles de la última etapa del Renacimiento recogieran la melodía en sus cancioneros, para darla a conocer en la Península bajo el título de Endechas de Canaria. Siemens (1977a) señala que musicalmente la melodía estaba ya documentada en cancioneros españoles del siglo XV y en colecciones relacionadas con lamentos judaicos.
Al margen de las endechas, Siemens (1977a) señala que existen noticias de canciones menos difundidas que eran propias de diversos sectores de la población, como, por ejemplo, el caso de una canción perseguida por la Inquisición por estar dedicada al diablo, cuya letra decía: Aunque me maten, vida, por amor de ti, aunque me maten no lo he de sentir. Artífices de estas canciones fueron algunas mujeres que han legado al folklore canario actual ciertos cantos brujeriles que, lo mismo que han llegado hasta nuestros días, se recuerdan en Cuba como tono de brujas canarias:
De Canarias somos,
de Madrid venimos
no hace un cuarto de hora
que de allá salimos.
Racimo de uvas,
racimo de moras,
¿quién ha visto dama
bailando a estas horas?

Actualmente, en el repertorio de canciones populares Siemens (1977a) señala dos estratos diferenciales: el de las canciones que acompañan las danzas (isas, folías, malagueñas, etc.) y el de las canciones de trabajo (aradas, trillas, cantos de recolección, de arrieros, etc.). Este segundo estrato presenta arcaismos muy acusados; el primero, del que la gente gusta más, no se remonta, en general, más atrás del siglo XVIII. En ambos estratos se vislumbran con gran claridad los antecedentes hispano-portugueses.
Al margen de los dos núcleos de cantos, existe un tercer grupo de canciones: las rituales, tanto profanas como religiosas. En él podemos incluir todo lo relacionado con la vida, con la muerte y con las creencias. Las primitivas endechas y los cantos brujeriles que anteriormente se han mencionado, entran aquí, junto con otras manifestaciones musicales actuales como los villancicos navideños, cuya estructura melódica en Canarias está relacionada con la música aplicada a algunos estribillos de isa, los ranchos de ánimas y los llamados Aires de Lima.
Los ranchos de ánimas son tonadas lamentosas que se cantan entre el día de los Difuntos y el primer domingo del febrero siguiente. Siemens nos dice acerca de los mismos: “Durante esa época invernal se constituyen en las zonas rurales de las islas orientales unas cofradías de legos (“el rancho”) que, al caer de la tarde, van de puerta en puerta interpretando coplas y desechas con el objeto de recopilar fondos para dedicar misas de redención a las ánimas del Purgatorio. Son cantos monótonos y tristes acompañados de un lento y rítmico sonsonete metálico producido por triángulos, espadas, panderos de sacudir, etc. El repertorio abarca desde la narración pormenorizada de milagros de santos hasta las loas fúnebres, pasando por las coplas propiamente dedicadas a las almas en pena. De todo esto existen manifestaciones similares en España y Portugal, y en toda el área mediterránea de tradición románica.” (Siemens, 1977a:17)
Dentro de este apartado referente a los cantos en las islas Canarias, Siemens (1977a) alude también a un curioso canto de trabajo con características de canto ritual: el utilizado por los pescadores de las Islas para pescar morenas. Consiste en una combinación de silbidos y llamados que se realizan en una entonación muy particular. El repertorio de sus letras, muy extenso, guarda similitud con los cantos que practican los pescadores de la isla portuguesa de Madeira. Se sabe que los pescadores canarios usaban estos cantos desde los primeros tiempos de la colonización, y que tienen un origen mediterráneo, pues también están documentados en la literatura de la antigua Grecia.
Hay que destacar también el interés de la aportación músico-popular del romancero tradicional en Canarias. El romancero tradicional del archipiélago canario comenzó a asentarse en los momentos posteriores a la conquista de los normandos y castellanos. Junto a estos romances  de procedencia y temas foráneos comenzaron a recrearse otros que hacían alusión a temas locales o acontecimientos, dejando una profunda huella en la historia particular de los pueblos y pagos canarios. Un esquema de cómo cantar un romance es el que se da en La Gomera, isla en la que más viva pertenece esta tradición y donde a los romanceadores se acompaña rítmicamente con tambores y chácaras. Responde a las siguientes pautas:
-el romanceador inicia su canto con el llamado pie de romance (dos palabras o versos), que suele ser improvisado y relacionado con el objeto de la reunión; se repite hasta que es asimilado y respondido por el resto de romanceadores.
-a continuación el cantador de adelante comienza a narrar, cantando, una historia que poéticamente responde  a la forma de romance, interrumpiéndola cada dos palabras o versos. En cuanto acaba de cantarlas le responde el coro, repitiendo de forma reiterativa el pie de romance inicial, que además siempre tiene que concordar con la rima del romance elegido.
-por último, cuando el primer cantador comprueba que ha relatado íntegramente la historia, repite el pie de romance con el que comenzó, como señal para que el coro ponga punto final a su intervención, o para que un nuevo romanceador comience, con su correspondiente pie y posterior romance.
Algunas personas tienen gran facilidad para improvisar pies de romances o sus propios romances, que aluden a los novios, si se trata de una boda, a un santo, si es una fiesta religiosa, etc. En otras islas como La Palma o El Hierro, el romance se suele cantar conjuntamente o en diálogo mujer solista / coro, y también bailando, en círculo o corro.
Por otra parte, cabe destacar que, con la llegada de los primeros instrumentos de cuerda a algunas de las islas, comenzaron a surgir agrupaciones de tocadores de cuerda en las que cobraron importancia especial la figura de las voces solistas, que cantaban la copla, y la del resto de acompañantes, que cantaban los estribillos. Normalmente este tipo de agrupaciones o parrandas tuvo una evolución independiente de las que les precedieron, que se nutrían de antiguos instrumentos de parche (tambores, tamboriles, panderos, panderetas). La competencia entre ambos practicantes fue muy reñida a la hora de participar actos festivos o bailes, aunque en ocasiones ambos tipos de instrumentos compartían música y cantantes, principalmente en los ranchos de ánimas y con motivo de la Navidad y Reyes y los tocadores del baile del Niño o de Pastores. En islas como La Gomera o El Hierro, los instrumentos de cuerda (laúd y guitarra) llegaron a principios del siglo XX.
1.3.2.Las danzas
Las noticias de los cronistas acerca de las danzas aborígenes son bastante vagas, lo mismo que ocurre con otros aspectos musicales. Parece que, esencialmente, sólo había dos maneras en que acostumbraban a disponerse los danzantes: en rueda y en filas enfrentadas. Estos dos esquemas de organización en los bailes «coreados» o colectivos eran similares a los que predominaban en la Europa de aquel entonces. La observación de estos dos tipos de danza en Canarias es lo que hace declarar a Recco, según la versión del manuscrito atribuido a Bocaccio referente a la expedición que visitó las Islas en 1341, que las danzas de los aborígenes canarios eran parecidas a las de los campesinos franceses.
En cuanto a los motivos principales de danza, hay referencias sobre tres tipos: danzas competitivas, danzas rituales y danzas festivas. Esta diferencia debió estar bien definida en casi todas las Islas, pues parecen coincidir, a pesar de sus diversas culturas, en la distribución de dicha formas.
Las danzas competitivas, que parece tuvieron mayor intensidad en Gran Canaria y La Palma, se realizaban con palos que los danzantes manipulaban para mostrar sus habilidades. Danzas de palos similares puede observarse aún hoy entre determinados grupos de saharauis en la costa africana: como dato curioso, Siemens (1977a) señala que suelen componer uno de lo números obligados en la celebración de casamientos, lo que establece también Sedeño  para los aborígenes de Gran Canaria.
Las danzas rituales, en rogativas de lluvia y en ceremonias de tipo religioso, eran en rueda, según Abreu Galindo. Consistían en bailar alrededor de un símbolo religioso, ya fuese una roca, un montículo de piedras o un palo en forma de lanza clavado en tierra (quizá una especie de ídolo). Esta forma de danza está documentada en varias islas por diferentes cronistas. Sobre el adorno de los danzantes señalan que para ciertas rogativas llevaban en las manos varas o ramos de árboles, especialmente en Gran Canaria.
Las danzas festivas observaban una forma algo desordenada (que Abreu Galindo llama “en folía”). Se enfrentaban dos filas de danzantes que dando graciosos saltos, se acercaban y alejaban entre sí. Es lo que, hablando en términos técnicos, se denomina “danza de requerimiento y rechazo”. Esta danza de gracioso salto es la que dio en llamarse el canario, que pasó a la Península con los esclavos canarios y allí fue adoptada, primero popularmente y luego en círculos cortesanos, para pasar de aquí a toda Europa.
Son varios los cronistas que dan fe de este auténtico origen insular del baile canario. Como se verá posteriormente, desde entrado el siglo XVI hasta comienzos del XVIII, los tratados de danzar publicados en las diversas cortes europeas siguen respetando la forma coreográfica original del baile que describen los cronistas: la pareja enfrentada que se une y se separa con graciosos saltitos y taconeos. Puede decirse que el canario ha sido la más importante aportación cultural a Europa de los aborígenes isleños.
Como baile el canario sobrevivió en las islas a título de único recuerdo musical de los primeros aborígenes hasta épocas muy recientes; todavía era común en varias de ellas durante la primera mitad del siglo XIX, aunque sus formas se habían suavizado mucho y su música había sufrido serias alteraciones. Hoy en día, la esencia de esta primitiva danza se conserva en el baile llamado  sirinoque, que se practica en la isla de La Palma, si bien hay que observar que, mezclado con él, conviven otros elementos ajenos, como el toque de una flauta de pico y el juego de las “relaciones”.
Siemens (1977a) hace también referencia a las figuras que aparecen entre los petroglifos del barranco de Balos (Gran Canaria), todas en actitud danzante, alguna con una vara en la mano, lo que no resulta extraño si se tiene en cuenta la insistencia de los cronistas al recalcar el mucho tiempo que los aborígenes dedicaban a competir, cantar y bailar. Lo que destaca de estos grabados rupestres es la reiteración del falo en las figuras, detalle que se remarca también en algunos ídolos aborígenes de los encontrados en Gran Canaria y que sugiere, junto a otros hallazgos, la existencia de una danza fálica de requerimiento y rechazo hasta principios del siglo XX: el baile del pámpano roto, que está vivo en la memoria de muchas personas. Como se sabe, las danzas fálicas suelen estar relacionadas con comunidades cuya supervivencia peligra, caso en el que muy bien pudieron encontrarse las primeras oleadas de pobladores al arribar a las islas, y tienen la función, como rito fertilizante, de dignificar y estimular la procreación.  
La amalgama de pobladores que vinieron a las islas después de la conquista fue verdaderamente importante. Aunque llegaron grupos de toda la península, el mayor número fue de la zona occidental de Andalucía. Además, el comercio y la industria azucarera, estaban dominados por los mercaderes portugueses, y por otra parte, fueron traídos como esclavos, gran número de berberiscos y posteriormente hombres de color. Todos estos elementos contribuyeron a conformar un folklore musical característico a lo largo de los siglos, que incluye elementos de distintas culturas. Sólo para dar una idea de lo que pudo ser el arranque de las danzas colectivas entre las primeras comunidades de colonos, Siemens (1977a) señala que los bailes populares ciudadanos que describen algunos historiadores de los siglos XVI, XVII y XVIII, tomados de relaciones sobre fiestas significativas, solían ser gremiales: danzas de labradores, de pastores, de marineros, etc., y no faltan tampoco, como consecuencia de una situación geográfica «puente» entre dos continentes exóticos, las danzas de indios hispanoamericanos o de negros.
En la música tradicional de las Islas se utiliza el término danza para designar a los bailes que tienen la función de solemnizar distintas celebraciones festivas, generalmente de carácter religioso. Algunas, han conservado la denominación tradicional de bailes, como es el caso de el Baile de la Virgen en El Hierro, Los Bailes del Niño y el Baile de las libreas del Palmar en Tenerife y El Baile de Pastores en La Palma. Otras danzas propiamente dichas son las Danzas de las Cintas, las Danzas de Arcos y Danza de Varas en Tenerife y la Danza de Los Enanos en La Palma. También se pueden incluir en este apartado El Salto de Rancho de Pascuas de Teguise (Lanzarote), el Tajaraste (La Gomera), cuando se baila en La Procesión, o Los Caballos Fuscos en La Palma.
Los bailes de diversión podían surgir espontáneamente en medio de cualquier parranda o al final de los trabajos colectivos, o también podían ser organizados para disfrutarse en los días de descanso. Estos últimos se organizaban en casas particulares, sobre todo en aquellas que disponían de una pequeña venta donde consumir bebidas y golosinas para brindar a las jóvenes casaderas que acudían al baile acompañadas de sus madres o familiares. Los organizadores del baile y encargados de contratar a los tocadores solían ser los propios dueños de las ventas. En general eran bailes abiertos al público  y no exigían pago de una entrada, aunque en las islas orientales (Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria), debido a lo reducido de los lugares para el baile, los bailadores tenían que entrar por turnos y pagar a la taifa en especies compradas en la misma tienda. De aquí que a estos bailes se les conociera como Bailes de Taifa. Una mención especial merecen los Bailes de San Pascual, que se hacían como promesa a San Pascual Bailón, y que tenían la peculiaridad de que las mujeres podían sacar a bailar a los hombre mientras se consumiese la primera mitad de una vela, cuyo límite se marcaba con una pequeña cinta.
En cuanto al repertorio de estos bailes de diversión, generalmente estaba constituido por géneros comunes a todas las Islas, como Isas, Folías o Malagueñas, y otros que se han conservado como el Tajaraste, el Vivo, el Sorondongo o el Sirinoque.
Estos bailes poco a poco fueron desapareciendo, aunque la música tradicional de tambor y cuerdas y algunos bailes tradicionales de diversión se ha conservado en determinadas manifestaciones festivas y sobre todo en las parrandas. En la actualidad, y como legado musical de las generaciones precedentes, se han recibido un conjunto de bailes y danzas muy antiguos junto a otros que han sido asumidos como propios desde el siglo XVI hasta principios del siglo XX. Entre los primeros vamos a destacar: El Canario, el Tango (en sus versiones de El Hierro y Tenerife), el Vivo (en El Hierro), el Tajaraste (en Tenerife, La Gomera y La Palma) y el Sirinoque (en La Palma).
El tango herreño consiste en una danza amorosa entre tres parejas de hombres y mujeres, ataviados con una indumentaria que recuerda, en palabras de Siemens (1977a), a la del Ribatejo portugués, en la que el repique de las castañuelas de los tres danzantes masculinos y sus enérgicas vueltas, saltos y mudanzas contrastan con las finas y delicadas contorsiones y vaivenes de las bailarinas que se les enfrentan. Esta bellísima danza va acompañada por el ritmo simple de un tambor grande, la voz de un campesino que interpreta una curiosa canción “de aliento entrecortado” y la incidencia, en contrapunto ostinato, de una flauta travesera a la que el cantante alude continuamente en el estribillo llamándola nai. Sin lugar a dudas se trata de una reminiscencia morisca, pues ése es el nombre que reciben diversos tipos de flautas a lo largo y ancho de la cultura islámica y sus zonas limítrofes.
El llamado baile del vivo, también propio de la isla de El Hierro, es una danza pantomímica, la única que se conoce en el Archipiélago, y consiste en un baile de pareja sola, en el que el papel preponderante lo lleva la mujer. Ésta simula arreglarse la cara, peinarse, mirarse en un espejo de mano, ajustarse el talle, componerse las faldas y amarrarse los zapatos, mientras que el hombre, frente a ella, tiene que imitar burlescamente todos sus movimientos. Mientras ella se desplaza y lo cerca, trata de distraerle con sus gestos para tirarle al suelo de un repentino manotazo el sombrero con que él está tocado, momento que marca el fin de la danza. Un baile de parecidas gesticulaciones se conserva entre los judíos sefarditas de Tetuán, y el baile-juego del sombrero ha llegado hasta algunos pequeños pueblos de los Andes, lo que demuestra la larga andadura de esta remota danza hispana, que ha pasado al corazón de América a través de Canarias.
 Otro baile de filas enfrentadas de hombres y mujeres que ha llegado con gran pujanza hasta nuestros días en la isla de La Gomera es el baile del tambor, llamado también tajaraste gomero. El tajaraste consiste en un baile ejecutado sobre un corto esquema rítmico muy característico, cuya estructura es bien conocida en relación con los antiguos ritmos populares de tambor y, en particular, con el de una popular danza barroca europea llamada precisamente le tambourin (Siemens, 1977a). No se sabe a ciencia cierta cómo llegó esta conocida danza a Canarias y fue adoptada por el pueblo, pero lo cierto es que sobre el mismo ritmo gomero se baila hoy el tajaraste en Tenerife, aunque aquí se trata de una danza en rueda, caracterizada por los saltos que dan los bailadores, no sólo hacia adelante, sino especialmente hacia atrás y apiñándose en dirección al punto central de la rueda. Se trata de una evolución coreográfica que llama mucho la atención y que también aparece en el tajaraste final del llamado baile de la Florida, de La Orotava, en Tenerife, y en determinadas danzas lanzaroteñas que nada tienen que ver musicalmente con el tajaraste. Estos saltos tan característicos son particularmente hermosos ejecutados por los danzantes de Lanzarote. De acuerdo con Siemens (1977a), nos encontramos posiblemente ante un substrato coreográfico más antiguo que el propio ritmo de tambor sobre el que se basan los tajarastes.
En La Palma hay que destacar la supervivencia de una de las más bellas danzas agrícolas que conocemos: el baile del trigo, de clara intencionalidad pedagógica, ya que recuerda todas las operaciones que hay que realizar con este cereal, desde sembrarlo hasta comerlo en forma de pan. El canto, una melodía con reminiscencias galaicas no tiene otro acompañamiento que un sordo batir del compás y los danzantes evocan a coro cada uno de los procesos del trabajo con gesticulaciones muy gráficas a lo largo de la danza. También los judíos sefarditas de Tetuán han conservado hasta hoy esta tradición de origen hispano, que incluso se recuerda todavía en algún lugar de la Península, como Cáceres, aunque dentro de los juegos infantiles. En relación con este singular baile palmero, en Lanzarote se practica otra danza agrícola: la saranda, que se baila manipulando enormes aperos propios de aventar y recoger también el trigo, pero que es, al parecer, un invento coreográfico reciente.
Todas estas danzas se practicaban ya en Canarias muy probablemente antes del siglo XVIII y constituyen los principales restos de unas formas culturales decantadas y consolidadas tras la conquista española de las islas.
Durante el siglo XVIII, fandangos, jotas, seguidillas y otros géneros se asientan en toda España y, cómo no, llegan también a Canarias. De esa época data el folklore canario que hoy se practica más en todas las islas, formando un núcleo de expresión uniforme y común a todas ellas. Se concreta en tres géneros principales de los que se derivan sus particulares variantes. Estos tres grupos son: el de las folías y la malagueña, el de los diversos tipos de seguidillas y el de las isas.
Las folías populares de Canarias constituyen, en palabras de Siemens (1977a), una joya musical de inusitado interés. Son una fiel versión del antiquísimo complejo formado por melodía y bajo acompañante que desde fines del siglo XVI era conocido ya en toda Europa con el nombre de Folías de España. Esta danza cortesana se extendió entre el pueblo canario bastante después del año 1700, y conserva un sello pomposo que viene dado principalmente por las evoluciones armónicas de su basso ostinato, que el pueblo se ha censervado con gran fidelidad. Se bailan muy delicadamente, con maneras cortesanas, y conservan, como elemento más característico de la danza, la antigua tradición del cambio de pareja por parte de la mujer, la cual vuelve después a bailar con su primer acompañante.
Una variante más popular y tardía de estas folías es la que se conoce con el nombre de la malagueña. Las evoluciones armónicas son las mismas que en el caso anterior, pero el canto se produce sobre esquemas melódicos mejor conformados y de gran belleza, en tanto que en las folías lo hacían sobre niveles más propios de un recitativo cantable. En el baile de la malagueña, también parsimonioso, es característico contraponer al grupo de bailadores unos episodios solistas, protagonizados por un hombre y dos mujeres, los cuales realizan un rico repertorio de evoluciones coreográficas.
 Las seguidillas también arraigaron en el Archipiélago durante el siglo XVIII en muy variadas formas. Existe una versión de baile muy dinámica y colorista, propia de las islas orientales, a la que se conoce por seguidillas corridas. Otra versión es la de las saltonas, caracterizadas porque los cantantes se alternan pasándose las estrofas que cantan (“seguidillas robadas”). También el llamado tanganillo es un tipo de seguidillas caracterizado por un período melódico más amplio, en el que el texto cantado se extiende en reiteraciones de ciertas palabras. Una de las versiones más bonitas de seguidillas en las islas es la del llamado baile de la cunita, danza navideña que se ejecuta en el pueblo de Guía, de Gran Canaria. El Niño Jesús aparece acostado en una rústica cuna de madera de tamaño natural, alrededor de la cual gira los danzantes en doble sentido: los hombres en una dirección y las mujeres en la contraria, renovándose así las parejas de manera continua.
Todos estos bailes son “sueltos”, pero el baile suelto por excelencia que, por su alegría y vistosidad, constituye una pieza obligada en todos lo grupos de danza del Archipiélago es la isa. «Isa» e una palabra proveniente del bable asturiano y significa, «¡salta!». De acuerdo con Siemens (1977a), la isa sólo es una versión canaria de la «jota» peninsular, tanto por su música como por su coreografía, pero Canarias ha adquirido un sello más dulce y nostálgico que la diferencia y embellece. La palabra jota deriva también de “¡salta!” y con este término está relacionado el nombre de otro baile conservado hasta hoy en Fuerteventura llamado el siote, aunque se ejecuta allí más bien caminando y no saltando. El particular gusto que sienten los canarios por la isa ha sido la causa de que ésta muestre tan variado número de versiones, tanto en lo que respecta a la coreografía de baile como a la melodía que se canta, aunque ésta, como ocurre en las folías, opere sobre austeros niveles de recitativo. En esencia, sabemos que la isa era hasta fines del siglo pasado un baile suelto de castañuelas, cuyos saltos exigían gran destreza. Luego se ha sustituido la danza por una serie de puentes, cadenas corros y figuras, copiando modelos de danzas que pueden contemplarse hoy lo mismo en el folklore de Suiza que en el de la Argentina.
Las más tardías incorporaciones de danzas populares a Canarias datan del siglo XIX. Se trata de un grupo de bailes de origen centroeuropeo que se manifiesta en la polca, la mazurca y la berlina, esta última más frecuente en Fuerteventura, La Palma y El Hierro. Son también bailes sueltos y alegres, de dinámicas mudanzas y saltos menudos que alegraban las fiestas campesinas canarias hasta bien avanzado el presente siglo.
Hasta aquí se ha descrito, sucintamente, el panorama de las principales danzas ejecutadas hasta hoy en Canarias. Actualmente, suelen revivir con vigor nuevo en determinadas fiestas religiosas de gran trascendencia popular, como la romería del Pino en Gran Canaria o la de San Benito en Tenerife; otras romerías, como las bajadas de la Virgen en La Palma y El Hierro, por ejemplo, muestran danzas propias que merecen un estudio más pormenorizado.
1.3.3.Los instrumentos
1.3.3.1.Los instrumentos en la música de los aborígenes
Según apunta Siemens (1969, 1977a; Álvarez y Siemens, 2005), las crónicas e historias de la conquista de las islas atribuyen a los aborígenes un instrumentario muy pobre. Hernández de Viana (1991) dice que los guanches de Tenerife hacían música con flautas de caña (aunque, sin embargo, la caña Arundo donex parece haber sido aportación de los conquistadores), pequeños tamboriles de drago y distintas gaitas de canutos con embocadura de tallo de cebada y un sacudidor de calabaza (otro fruto introducido después de la conquista) con piedrecitas dentro, con todo lo cual hacían el son canario. También declara que desconocían los instrumentos de cuerda. De acuerdo con Siemens (1977a) esta información -seguida por Núñez de la Peña, Viera y otros- se refiere a un instrumentario rural de la segunda mitad del siglo XVI, cuyos elementos son producto de un fenómeno de aculturación, en el que predomina la aportación de origen hispánico. Los cronistas más antiguos refieren que los aborígenes carecían de instrumentos y que sus sones eran producidos solamente cantando y con la primaria percusión de pies y manos.
Los restos arqueológicos añaden poco más: collares sonoros escasamente desarrollados y usados probablemente en las danzas rituales cuyos elementos más importantes, aparecidos principalmente en La Palma y Lanzarote, son cuentas hechas con duros caracolitos marinos. Algunas «espátulas» de hueso de pequeño tamaño, encontradas en Tenerife y cuya tipología parece denotar el conocimiento previo de las bramaderas o zumbaderas, instrumentos éstos relacionados generalmente con los ritos de iniciación. Y dos parejas de “bumerangs” encontrados en un enterramiento de La Palma, cuya tipología en general no deja lugar a dudas sobre su parentesco con los modelos africanos, aunque el mango labrado representa un rasgo tipológico al parecer típicamente mesoamericano.
En cuanto a los aerófonos, dentro de los cuales se ubica la flauta, tampoco se han encontrado en Canarias restos prehistóricos (Siemens, 1969); de hecho, la poca preponderancia de los más simples silbatos hechos con huesos o caracoles marinos no debe sorprendernos, en palabras de Siemens (1969), teniendo en cuenta la costumbre de los nativos, extendida en varias islas y comprobada por las noticias de varios cronistas, de emitir silbatos a modo de señales, para lo cual mostraban sorprendente facilidad. La lengua silbada de La Gomera no ha de contemplarse cono un caso aislado sino, al parecer, como fenómeno difundido en otras islas, especialmente en Tenerife y Gran Canaria.
1.3.3.2.La aportación de instrumentos y canciones desde la época de la conquista
En lo que se refiere a los instrumentos musicales, la crónica más antigua cuyo contenido merece un estudio de importancia desde el punto de vista organográfico es la crónica francesa Le Canarien, de la que se conservan dos manuscritos que presentan diferencias sustanciales. Los especialistas los denominan con las iniciales de los protagonistas de esta acción: G y B, respectivamente, Gadifer de La Salle y Jean IV de Bethencourt. Parece ser que entre los expedicionarios se encontraban músicos aficionados. Se describen dos escenas musicales: en la primera de ellas intervenían un buen número de instrumentos y en la segunda, el conquistador normando Jean IV de Bethencout pidió a algunos instrumentistas que tocaran algunos aires populares de Normandía. Además de estas descripciones también existe una miniatura que ilustra el códice B en la que se puede ver cómo Gadifer desciende de su nave flanqueado por dos músicos como signo de prestigio y autoridad, según la costumbre: Cortille, a su derecha, soplando una trompeta recta y un anónimo tañedor a su izquierda, soplando una flauta de tres agujeros (en la que se ve, incluso, el corte a bisel pegado a su barbilla) y atado a su cintura aparecía un tamboril.
A esta descripción de la introducción de la música europea occidental en las Islas hay que añadir la presencia de la música militar (trompetas, pífanos y tambores) en las expediciones anteriores y posteriores hasta el final de la conquista de todas las Islas. Las relaciones de fiestas celebradas en las ciudades con motivo del nacimiento de príncipes en la Corte, que se incluyen en historias de Canarias revelan interesantes aspectos de un instrumento variado y cada vez de diferentes matices.
Durante el Renacimiento, la guerra de conquista primero y la necesidad de organizar la defensa de las Islas frente a los ataques de potencias enemigas determinaron una presencia militar continuada en las Islas, lo que tendrá una incidencia importante en la cultura de la población. Los Concejos municipales insulares solían mantener a dos trompeteros para enseñar a los de la milicia y para los actos solemnes; así, los pregones de carácter militar, por ejemplo, se anunciaban con trompetas militares, mientras que los ordinarios se anunciaban sólo con tambor o con flauta y tamboril.
En cuanto a los pífanos o “pitos”, flautas traveseras de madera con seis agujeros de digitación, entraron también en las Islas (junto con otros instrumentos y elementos culturales) en el siglo XVI como instrumentos de señales y para acompañar a las marchas con los tambores. Tenían su código de toques para el combate y para el servicio, igual que los tambores: Recoger, Caminar, Dar arma, Batería, Llamar, Responder, Adelantar, Volver las caras, Parar, Echar bando, Marcha, Reunión, Atención, Retirada, Mensajes, Asalto, Alborada y Misa. Posteriormente acompañarían también los actos solemnes y las procesiones religiosas.
De acuerdo con Álvarez y Siemens (2005), allí donde hubo regimientos militares, el pueblo adoptó tanto los tambores como los pitos, y continuaron utilizándose para los actos solemnes. Los “pitos” o flautas traveseras de seis agujeros de digitación siguen vigentes hasta hoy en el folklore de El Hierro y Gran Canaria, aquí especialmente en torno a Guía y Telde, donde hubo destacamentos militares (Álvarez y Siemens, 2005). Los pastores de estos lugares los han adoptado hasta el siglo XX, fabricándolo con tubos de caña brava (arundo donex) para su uso; los demás pastores de la isla usaban tradicionalmente distintos tipos de flauta de pico. En el Hierro es significativo el uso de tambores y pitos en sus actos procesionales y como soporte único para acompañar sus bailes. En Tenerife es más frecuente la utilización de la flauta de pico - de tres agujeros -, lo mismo que en Gran Canaria - donde lo habitual es que tenga 5 ó 6 agujeros de digitación-.
Posteriormente a la conquista, los viajes por mar tuvieron una importancia crucial en el Archipiélago Canario. En las naves de mayor tamaño era corriente llevar, además de trompetas de señales y tambores, un tañedor de flauta (“chiflo”) y tamboril, cuyos toques y señales acústicas codificadas transmitían las órdenes y el ritmo de trabajo con el que, desde el puente de mando, se quería coordinar a los marineros. El binomio flauta-tamboril será uno de los conjuntos instrumentales populares que con mayor anticipación se transmita y consolide entre las poblaciones conquistadas por los castellanos, pues era fundamental para regir el orden y concierto de las danzas. Así no es de extrañar que fuera asumida inmediatamente incluso por las culturas indoamericanas también. Incluso Hernández de Viana (1991) atribuye a los aborígenes canarios el uso de una flauta de rubia y hueca caña combinada con un tamboril de drago muy pequeño.
Actualmente, los instrumentos populares de Canarias varían según las islas, pero son comunes a todas ellas las típicas rondallas con que se acompañan los bailes: varias guitarras, laúdes y bandurrias, uno o dos timples, un pandero y, a veces algunos idiófonos, como el triángulo o el raspador de caña. Estas agrupaciones no deben ser excesivamente antiguas, a juzgar por lo que se observa en determinados ámbitos insulares donde las tradiciones parecen haber perdurado sin sujetarse tanto a los cambios de costumbres. Las asociaciones instrumentales más simples en el interior de Gran Canaria, por ejemplo, consistían tradicionalmente sólo en una guitarra y un laúd, existiendo la conciencia de que la añadidura del timple es algo relativamente reciente en los campos, por haber sido su hábitat primero las comunidades costeras de la isla. En la Gomera hay que destacar una peculiar agrupación tradicional en el acompañamiento de su típico baile del tambor: el tambor de cilindro corto y unas enormes castañuelas, que repican los danzantes. El Hierro ofrece otra asociación instrumental diferente, también de carácter tradicional: las chácaras o castañuelas, elaboradas éstas a la usanza andaluza, junto con el pito o flauta travesera y un tambor mayor, de cilindro mediano. En Tenerife la flauta de caña o madera, formó un sólido trío junto al tambor o tamboril y las castañuelas, que aún hoy sigue acompañando algunas danzas, tal y como veremos más adelante. En La Palma el grupo formado por tambor, flauta y, en ocasiones, castañuelas ha acompañado durante siglos el baile del sirinoque.

1.3.4.La música en las celebraciones públicas y colectivas
La música aparece presente en las celebraciones públicas y colectivas. Las fiestas eran de dos tipos, lo mismo que en el resto del mundo hispano: religiosas y civiles. Entre las primeras encontramos las que estaban sujetas a un calendario litúrgico fijo (Navidad, Epifanía, Semana Santa, Corpus Christi, Ascensión, festividades marianas, santos titulares y patronos, etc.) y las extraordinarias como la dedicación de iglesias, rogativas, etc. En cuanto al segundo grupo, los motivos eran variados e imprevisibles; por ejemplo, las promovidas para celebrar acontecimientos familiares de la casa real, proclamaciones de monarcas, etc. En la gran mayoría nos encontramos con procesiones a las que se incorporaban danzas con elementos populares, si bien las crónicas no son, salvo excepciones, demasiado explícitas en cuanto a los instrumentos que se utilizaron. Destacamos el hecho de que, entre las danzas se menciona la danza de espadas, una de las más antiguas y extendidas por Europa occidental, que también se cultivaba en toda la geografía española y sobre todo en el País Vasco, Castilla, Aragón y Andalucía y en la cual sus componentes estaban provistos de espadas que manejaban con gran destreza al ritmo del tamboril. En 1590 aparece por primera vez reseñada la danza de arcos, danza de significación parecida a la de espadas que debía su nombre a los arcos ornamentados con flores de papel que sostenían los danzarines y que fue llevada a Cuba en el siglo XIX (Álvarez y Siemens, 2005).
Durante el siglo XVI se conforman los “ranchos” de cantores y tocadores en torno a las cofradías encargadas de pedir y rogar por el rescate de las ánimas del purgatorio. La Iglesia potencia esta devoción como respuesta al protestantismo, que niega el purgatorio. Estas cofradías de ánimas que se forman durante el último tercio del siglo XVI en Canarias y en la península circulan cantando desde el 2 de noviembre hasta el segundo domingo de febrero, es decir, abarcan todo el ciclo invernal y coinciden con la pascual navideña y otras celebraciones destacadas del año, por lo que aglutinan una serie de tradiciones muy arcaicas, cantos por los difuntos, milagros inspirados en los textos bíblicos y en la vida de los santos, cantos alusivos a la Navidad, etc. Los tocadores del Rancho llevan primordialmente instrumentos metálicos de percusión: espadas o asadores, triángulos, panderos de sacudidor cargados de sonajas, cascabeles y campanillas y también algún tambor, ya que percutir libera y el sonido del metal protege del mal, según las antiguas creencias. Posteriormente, algunos de estos “ranchos” incorporan un acompañamiento rítmico de cordófonos (guitarras o timples), con acordes independientes del tono adoptado para el canto, ritmo ternario, marcando cinco de los seis tiempos que cierra cada ciclo de dos compases y comenzando en anacrusa. Mención especial merece el rancho de Ánimas de La Aldea de San Nicolás, en Gran Canaria, que incorpora también la flauta de caña y del que hablaremos en capítulo aparte.
Álvarez y Siemens (2005) clasifican los moldes musicales y poéticos de estos ranchos en tres tipos, todos ellos de sesgo muy arcaico:
a)las desechas; se trata de un antiguo término poético que en Castilla alude a la forma de rematar una estrofa. Las estrofas se mueven en torno a una corta melodía de carácter repetitivo, del estilo de los romances colectivos de las islas occidentales. El texto se organiza en octosílabos, de la siguiente manera: el solista propone un estribillo en dos octosílabos pareados y el coro los repite; a continuación improvisa su historia cantando tres octosílabos, de los cuales los dos primeros forman un pareado con asonancia nueva que va cambiando y el tercero retoma la asonancia propuesta al principio, a la cual responde el coro con el pareado del estribillo.
b)las coplas; son estrofas de cinco versos dodecasílabos hemistiquiales (es decir, diez hexasílabos), asonantes de la misma forma que en las desechas y que también se articulan en torno a un estribillo común con el que cierran los últimos versos. Este mismo esquema se observa en  las “Coplas de la Virgen de la Peña” de Fuerteventura, y se entronca a su vez con el zejel de la primitiva lírica hispana mozárabe. En este caso la melodía es distinta: divide su frase de doce notas en dos hemistiquios melódicos, igual que los versos; el acompañamiento, consistente en cinco golpes repetitivos separados por una pausa, con un efecto más bien metálico y estridente, es común para ambos géneros.
c)romancillos pentasilábicos; estrofas breves que cantan también los ranchos de ánimas, basados en la misma estructura de versificación arcaica que se manifiesta también en las endechas canarias del siglo XVI. Álvarez y Siemens (2005) ilustran esta forma con los siguientes ejemplos:  
Cantan los merlos / en la floría
tanto de noche / como de día

A este grupo también pertenece:
Santo Domingo / de la Calzada
Llévame a misa / de madrugada

que ha llegado como copla de los ranchos de Pascua en Gran Canaria, baile tradicional en Tenerife, canto y baile festivo en La Gomera y toque característico de pitos y tambores en los bailes procesionales de El Hierro, etc.
La incidencia navideña de los ranchos enriqueció la celebración campesina del Nacimiento en las ermitas e iglesias rurales de las islas. Esta gran fiesta se organizó con seguridad desde los primeros tiempos del asentamiento hispano, realizándose comedias navideñas que finalizaban con la ofrenda de pastores del lugar y en La Palma incluyendo bailes de pastores. Según Álvarez y Siemens (2005) se trata de la versión canaria del medieval Officium pastorum que en Castilla dio lugar a las “pastoradas” navideñas y en Aragón al teatro navideño. Los pastores y artesanos depositaban sus ofrendas ante el pesebre, acompañándose de sus cantos o versos, y seguidos de cantos y bailes colectivos.